“No puedes llorar o, si no, yo también lloraré y nos ahogaremos en nuestras lágrimas. Mi alegría es tu alegría” – Ángeles Doñate
Sinopsis.
Ikal tiene 11 años, es hijo de un obrero del ferrocarril y sueña con ser maestro. Admira a Chico, cuenta los trenes que pasan con Tuerto, sueña con Valeria, una campesina, y vive mil aventuras con Quetzal, su perro. Todos son alumnos de don Ernesto, en la escuela vagón Malinalli Teneplat, durante el curso en que cambiaran sus vidas. En la frontera de ninguna parte, entre campos de frutales y vagones viejos, treinta alumnos descubrirán la vida gracias a la pasión de un maestro que ha unido su suerte con la de estos jóvenes con las cartas marcadas. Una foto en blanco y negro de todos ellos, que duerme en un expediente olvidado de la Secretaría de Educación, se convertirá años después en la peor pesadilla de Hugo Valenzuela, un brillante inspector. El maestro, anciano y casi ciego, debe jubilarse. Pide reemplazo pero algunos políticos creen llegado el momento de dar carpetazo a un modelo educativo pasado de moda e inútil. ¿Inútil? Hugo no está tan convencido y decide estirar del hilo. En un viaje que le llevará a reencontrarse con su pasado, deberá jugarse su futuro, descubriendo que hay huellas que no se pueden borrar. Como las del primer amor o las de un maestro, que a través de la curiosidad y el cariño, nos abre las ventanas al mundo.
Hace un par de semanas recibí un paquete de Ediciones Urano México, en su interior venía precisamente este libro de Ángeles Doñate e inmediatamente se convirtió en mi lectura actual. La sinopsis me había parecido muy interesante y más porque me dedico a la docencia. La trama me envolvió por completo. Lamentablemente lo terminé de leer muy rápido, es una lectura muy corta que va directo al corazón. Una historia llena de emoción y esperanza, de mis mejores lecturas del año.
La pluma de Ángeles Doñate me ha parecido entrañable. Nos lleva del presente al pasado a través de la historia de unos chicos y su profesor, el buen Don Ernesto, que ha sido para mi un personaje de gran inspiración; la huella que dejó en sus alumnos es imborrable y su lucha por mantener con vida a la última escuela vagón de la región es de admirarse, más porque uno de los alumnos ha tenido un futuro brillante, necesitan leer esta bella novela para saber de quién les hablo.
Otro de mis personajes favoritos fue el perro Quetzal, un alumno más del vagón. Desde su aparición me robó una sonrisa. Lo que hace inolvidable a esta novela son precisamente todos los personajes que participan en ella y los valores que se transmiten a lo largo de sus escasas páginas.
Me pareció muy interesante conocer sobre las escuelas vagón y lo mucho que aportaron a la sociendad. Miles de niños tuvieron acceso a la educación gracias a este programa que se implementó en distintas regiones, de hecho en Ciudad de México aún existe una escuela vagón, se encuentra ubicada en Naucalpan, frente a la estación del ferrocarril de San Bartolo, el vagón ha permanecido en las vías por más de 25 años. ¿Se imaginan? Hay muchísimas historias por contar y este libro es un bello homenaje a todas ellas y a los profesores que con gran pasión se entregaron de lleno a sus clases.
En la vida se tienen que tomar muchas decisiones, solamente con el paso del tiempo sabremos si fueron correctas o no, mientras tenemos que seguir aprendiendo. Los que nos dedicamos a la docencia sabemos que el futuro de nuestros alumnos es incierto, todos esperamos que se conviertan en hombres y mujeres de bien, que logren ser exitosos y felices, y como lo dije anteriormente, sembrar en ellos “algo”, dejar una huella para que con el paso de los años seamos recordados de una manera agradable. Muy bonito libro, espero se animen a leerlo. Recomendado.
Muchas gracias a Ediciones Urano México por el envío del ejemplar.